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Fort McKay enfrenta la transformación del bosque boreal en arenas bituminosas

Publicado el sep 02, 2025

Aspectos destacados

Se preocupan por el impacto ambiental de las arenas bituminosas en Fort McKay, afectando ecosistemas indígenas y derechos.

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Fort McKay, una comunidad indígena ubicada cerca de Fort McMurray en el oeste de Canadá, enfrenta graves preocupaciones ambientales debido a la transformación del bosque boreal en áreas de extracción de arenas bituminosas. Los efectos de esta industria no solo repercuten en el ecosistema local, sino que también inciden en los derechos de las comunidades indígenas que han vivido en la región durante generaciones.

El aire en Fort McKay está impregnado de un penetrante olor a gasolina, mientras que el hollín recubre la vegetación y la nieve durante el invierno. Las explosiones de las minas hacen que las aves se vean obligadas a huir, reflejando un entorno que ha sido radicalmente alterado por la actividad industrial.

Las enormes minas a cielo abierto, concebidas para la extracción de arenas bituminosas, han sustituido los bosques y la fauna autóctona. Esta transformación ha generado un paisaje distópico, donde la tierra marrón y los enormes agujeros se contrastan brutalmente con la verdor circundante.

A medida que avanza la industrialización, se han construido carreteras por las que circulan cientos de camiones diariamente, acompañadas de imponentes fábricas que expulsan humo constante. Esta actividad industrial no solo perturba la paz del entorno natural, sino que también complica la vida de los que aún residen en la zona.

Las minas han traído riqueza a algunos miembros de la comunidad de Fort McKay, en su mayoría indígenas canadienses. Sin embargo, esta riqueza ha venido acompañada de la devastación de la tierra que sus ancestros veneraban y cuidaban. Margie Lacorde, de 74 años y parte del pueblo Métis, expresa su desasosiego por los cambios que ha presenciado a lo largo de su vida.

La nostálgica Lacorde recuerda un pasado en el que la naturaleza proporcionaba sustento a su comunidad. Las actividades de recolección de bayas y la calidad del agua eran aspectos fundamentales de su vida, algo que ya no es viable debido a la contaminación generada por la industria.

Jean L'Hommecourt, una activista ambiental de 59 años, subraya que el territorio indígena ha sido profanado en nombre del progreso y la economía. Aunque se han establecido acuerdos para proteger ciertos recursos naturales, el impacto ecológico de las arenas bituminosas amenaza la supervivencia de su pueblo.

El área ha cambiado de manera drástica, alejándose de la imagen idílica del oeste canadiense. Moose Lake, un lugar sagrado para el pueblo Dene, es ahora inaccesible sin un vehículo apropiado, reflejando la desoladora transformación que ha sufrido la región desde que comenzó la extracción de arenas bituminosas.

Canadá posee una de las reservas de petróleo más grandes del mundo, y las arenas de Alberta son clave para su economía. Cada día, se extraen cerca de tres millones de barriles de crudo, lo que coloca al país como el cuarto mayor productor de petróleo y principal exportador a Estados Unidos.

Los críticos de la industria sostienen que el daño ecológico ocasionado por la extracción de arenas bituminosas es tal que el término ecocidio puede considerarse apropiado. Además, las emisiones de gases de efecto invernadero del sector son responsables de una cuarta parte de las emisiones totales de Canadá.

Organizaciones como Greenpeace abogan por un cambio en la protección del medio ambiente, aunque esta transición no es universalmente aceptada. La división sobre la percepción de las arenas bituminosas refleja la complejidad de los intereses económicos y ecológicos en juego.

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