Activistas consideran un buen primer paso en sus demandas

Residentes de Londres están alzando su voz en defensa de las lámparas de gas históricas que adornan sus calles, al tiempo que se oponen a los planes locales de reemplazarlas por luces LED. Este movimiento refleja una creciente preocupación por la conservación del patrimonio cultural en la ciudad.

En las concurridas calles de Covent Garden, los turistas se detienen para observar a Paul Doy, quien, con destreza, sube una escalera para encender una de las antiguas farolas de gas. Su labor, que incluye darle cuerda a los mecanismos de estas lámparas, requiere levantarse a la madrugada, demostrando su pasión por preservar este vestigio del pasado.

El ritual que Doy realiza cada noche ha estado en marcha durante más de 200 años, pero recientemente se vio amenazado por la decisión del consejo de la Ciudad de Westminster de sustituir 174 de estas farolas, protegidas por ordenanza de patrimonio, por bombillas más ecológicas.

La reacción fue inmediata, generando consternación entre los residentes y los defensores del patrimonio, incluso elevando el debate hasta el parlamento. Sin embargo, una buena noticia llegó esta semana cuando el consejo reconsideró su postura, optando por mantener las farolas protegidas y decidirse por convertir otras 94 que no tienen dicha protección.

Tim Bryars, un librero local, se enteró del plan de reemplazo de manera casual y se convirtió en un ferviente defensor de la conservación de las lámparas de gas. Su reciente elogio al consejo por su decisión representa un pequeño triunfo para quienes defienden la preservación del patrimonio y la cultura de Londres.

Si bien Bryars celebra el cambio como un primer paso positivo, enfatiza la necesidad de un compromiso más firme para garantizar la preservación de las farolas de gas a largo plazo, sugiriendo que el consejo debe actuar proactivamente para mantener estos elementos históricos.

Las farolas de gas, que iluminan las calles de Londres desde el siglo XIX, forman parte del tejido cultural y arquitectónico de la ciudad. Actualmente, se pueden encontrar en famosas avenidas que adornan el camino hacia el Palacio de Buckingham, contribuyendo a la atmósfera única que caracteriza a la capital británica.

Con más de 1,000 de estas distinciones históricas aún en funcionamiento, muchos sostienen que su luz cálida y suave evoca una sensación de nostalgia, recordando a los lectores la era de Charles Dickens y otros autores contemporáneos.

El debate sobre su preservación subraya el choque entre la modernización y la conservación del patrimonio. Mientras algunos consideran que las lámparas LED son una alternativa atractiva por su eficiencia energética, hay quienes sostienen que no pueden igualar la estética y la calidad de luz de las farolas de gas originales.

En respuesta a las preocupaciones sobre la seguridad y el mantenimiento, el consejo ha intentado justificar sus decisiones bajo el pretexto de mejorar la seguridad pública. Sin embargo, ahora, al pausar sus planes de reemplazo, reconoce la importancia de las consideraciones patrimoniales y la necesidad de discutir el futuro de estas emblemáticas lámparas.